O Chat Noir escreve com raiva cravada nos dentes, pulso distorcido, expelindo sílabas como quem cospe sangue num beco, na febre de um corpo remendado à pressa, pedaços mal-amanhados e pornografia bruta a pingar das páginas. O amor arde ácido na boca: trago animal, resíduos de merda pisada e vinho ressequido nas tábuas pobres. A Cecília tomba e passa à toa, o Paulo Pinto lança um grunhido entrecortado no canto do fracasso. O desejo pressiona-se contra o medo, suado, a pedir boleia ju...

Escribió una historia de espionaje.

Ella quiso vivir una.

Aceptaron el juego. Un juego sin tablero, sin instrucciones y sin salida.

Simularon una misión. Tal vez. Tal vez no.

Lo que empezó como una broma entre un escritor agotado y una mujer al borde de la implosión, pronto se convirtió en una espiral — de un casete VHS, de cartas, de ciudades, de piel, de silencio.

Cádiz, Tánger, Venecia, Scopello: cada lugar una trampa, cada carta un código, cada caricia una posible traición.

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