El toro de lidia representa una de las expresiones más complejas y singulares de la ganadería mundial.
Ninguna otra especie doméstica combina de manera tan estrecha herencia genética, comportamiento natural, manejo extensivo y una dimensión cultural profundamente arraigada en el territorio.
Su formación no es el resultado de un proceso simple, sino la consecuencia de décadas de trabajo técnico, selección consciente y respeto hacia su biología y su entorno.